“A mil años
luz…un recorrido singular por los sin fines abismos de una mente corrompida…”
Teo se
hallaba desesperado en su lecho, se remecía, algo lo incomodaba profundamente,
su ser no estaba en paz, sudaba nerviosamente, no hubo más remedio que intentar
despejarse de ese “algo” totalmente desconocido que lo hostigaba. Se levanto
lentamente, todo estaba oscuro, nublado y distorsionado para él, siempre le
ocurrían estas situaciones…pero no hablaba sobre ello a absolutamente nadie, su
miedo a lo mortal e inmortal era mucho, mucho más grande. Como era habitual,
eran aproximadamente las 3:00 de la madrugada, “hora de mayor actividad” como
Teo decía, los mareos cesaron un poco, cuando el chico se intentaba dirigir a
la puerta de su desordenada habitación, topo con alguien…una criatura roja, la
misma de siempre, era uno de sus “demonios” , pero esta vez Teo no estaba tan
aterrado…una emoción totalmente neutral lo protegió de sus pensamientos,
parecía hipnotizado, palideció aun mas y sus grandes ojos verdes brillaron
tanto, al punto de parecer fosforescentes y fantasmagóricos, Zaz, el demonio,
sonrió satisfecho guiándolo a una de las puertas de los siete pórticos, abrió la principal, se
congelo todo, en todos los sentidos…el tiempo, los objetos, el aire.
Cosas
extrañas comenzaron a aparecer, lobos majestuosos y ancestrales, pequeños
ciclopes que revoloteaban jugando con el esponjoso cabello del chico, bichos
color rojo neón…el elegante y sombrío demonio fumaba delicadamente un puro y a
la vez soltaba una que otra risita maquiavélica, mientras bajaban unas largas y
rechinantes escaleras que torturaban por diversas razones a Teo. De pronto, él
se dio cuenta de que estaba bajando al sótano de su hogar, sin embargo, a pesar
de su evidente alivio, detestaba el sótano porque parecía un abismo, tenía
arañas enormes y negras, su abuela solía decirle que eran sus amigas…porque en
su anterior vida fueron brujas, estas historias caracterizaron su infancia
hasta ahora, su pubertad llena de traumas y maltratos. Por un rincón frío…un
pequeño muy parecido a él se encontró, tan igual que era como su gemelo, eso
sí, este era mucho más rubio, casi blanco de hecho…”es un ángel”…le dijo Zaz,
“no como tú!, tú jamás serás como él, eres un impuro y estúpido!” de repente,
Teo recobró sus emociones en un instante de explosión…todo le salió mal, su
inestable equilibrio se quebró con tantos insultos mezclados con llantos
desconsoladores de su “gemelo”. Luego pasaron unos minutos eternos…despertó con
un sudor frío en la frente, dándose cuenta de que todo era una simple fantasía
causada por ese extraño cigarrillo.